¿Te cuesta concentrarte al leer, te mareas frente al ordenador o notas que tus ojos se cansan con facilidad? Si te has sentido identificado, no estás solo. Muchas personas ven «bien» pero su visión no funciona de forma eficiente. Y ahí es donde entra en juego la terapia visual: un entrenamiento personalizado para que tus ojos y tu cerebro trabajen mejor en equipo. ¿Quieres saber más? Desde Comenge Ópticos te contamos en qué consiste, cuándo es necesaria y qué beneficios reales puede aportarte. ¡Sigue leyendo!
¿Qué es la terapia visual?
La terapia visual es práctica y constancia. Se basa en sesiones individuales, normalmente semanales, de unos 45 a 60 minutos. Durante estas sesiones, el profesional guía al paciente a través de ejercicios visuales específicos, adaptados a su caso.
Pero hay un detalle clave que no podemos pasar por alto: gran parte del éxito depende de la implicación en casa. Se suelen recomendar ejercicios diarios de entre 15 y 20 minutos para reforzar lo trabajado en consulta. No hacen falta materiales complicados, solo un poco de compromiso y regularidad.
El proceso suele dividirse en dos fases:
- Fase intensiva: donde se trabaja con el optometrista, cara a cara.
- Fase de mantenimiento: ejercicios diarios en casa para consolidar los avances.
Según estudios, muchos de los pacientes que completan un programa de terapia visual logran mejoras significativas en habilidades como la lectura, la concentración y la coordinación visual-motora. Estos avances se mantienen en el tiempo siempre que se sigan las pautas recomendadas por el optometrista.
¿Cuándo se necesita terapia visual?
Quizá te estés preguntando: “¿Y cómo sé si yo necesito terapia visual?” Es una duda muy común, y aunque siempre debe ser un profesional quien lo valore, hay ciertas señales que pueden darte una pista:
- Niños con dificultades en la lectura o escritura: se saltan líneas, se cansan rápido o invierten letras.
- Personas con estrabismo o ambliopía: incluyendo a los adultos.
- Problemas de coordinación ojo-mano: tanto en actividades deportivas como en tareas cotidianas.
- Tras un daño cerebral (ictus, traumatismo…): cuando la visión queda afectada.
- Adultos con fatiga visual o visión borrosa: especialmente si pasan muchas horas frente a pantallas.
Si te sientes identificado con alguna de estas situaciones, quizás sea buen momento para consultar con un optometrista especializado. En nuestra óptica en Puerto de Sagunto, contamos con un equipo profesional formado en terapia visual personalizada, adaptada a las necesidades de cada paciente.
Principales ejercicios de la terapia visual
Aunque cada programa es personalizado, hay una serie de ejercicios que suelen repetirse con frecuencia por su eficacia. Aquí te dejamos algunos de los más habituales:
- Estiramientos oculares: consisten en mover los ojos en distintas direcciones para mejorar su movilidad y control.
- Seguimientos y sacádicos: ayudan a entrenar la capacidad de seguir objetos en movimiento o cambiar rápidamente de un punto a otro sin perder el foco.
- Enfoque cercano y lejano: alternar la mirada entre objetos a diferentes distancias mejora la flexibilidad del enfoque visual.
- Convergencia: se entrena acercando un objeto a la nariz sin perder nitidez, algo clave para tareas de cerca como leer o escribir.
- Ejercicios de visión periférica: se trabaja la capacidad de detectar estímulos que no están justo en el centro del campo visual.
- Actividades de percepción visual y atención: juegos como buscar diferencias, recordar patrones o seguir secuencias visuales fortalecen el procesamiento de la información visual.
Todos estos ejercicios están diseñados para mejorar el rendimiento visual en la vida diaria.
La terapia visual es una herramienta eficaz para mejorar diversas habilidades visuales, contribuyendo al bienestar general y al desempeño en actividades cotidianas. Si experimentas dificultades relacionadas con la visión, consulta con un optometrista especializado para determinar si este tratamiento es adecuado para ti.

