Imagina que tu hijo se acerca demasiado al papel para dibujar o se queja de que le cuesta ver de cerca. Puede que no sea solo una casualidad. La hipermetropía en niños es un problema visual bastante común y, aunque a veces pasa desapercibido, puede afectar su aprendizaje y bienestar diario. Pero, ¿qué es exactamente?, si te interesa… ¡sigue leyendo!
¿Qué es la hipermetropía en niños?
La hipermetropía ocurre cuando el ojo es un poco más corto de lo normal, lo que hace que la luz se enfoque detrás de la retina en lugar de justo sobre ella. Esto dificulta la visión de objetos cercanos. En muchos casos, los niños pueden no darse cuenta del problema, ya que su ojo puede compensar el desenfoque con un esfuerzo adicional, pero esto puede provocar fatiga visual o dolores de cabeza con el tiempo.
Según estudios es fundamental detectar la hipermetropía a tiempo para evitar problemas como el estrabismo o la ambliopía
“Detectar la hipermetropía a tiempo es clave para evitar problemas más serios como el estrabismo o la ambliopía.”
Los especialistas destacan la importancia de realizar revisiones visuales tempranas, ya que el desarrollo ocular de los niños ocurre principalmente en los primeros años de vida, momento en el que es más fácil intervenir y corregir posibles problemas.
¿Por qué se produce la hipermetropía en niños?
Hay factores clave que pueden influir en este proceso y hacer que la hipermetropía persista:
- Genética: si los padres tienen hipermetropía, hay una mayor probabilidad de que el niño también la desarrolle.
- Forma del ojo: algunos niños nacen con un globo ocular más corto de lo normal, lo que afecta la forma en que la luz se enfoca en la retina.
- Falta de emetropización: el ojo humano pasa por un proceso natural llamado emetropización, que lo ajusta para lograr una visión clara. Si este proceso no ocurre de manera adecuada, la hipermetropía puede persistir o incluso agravarse.
- Factores ambientales: la exposición insuficiente a la luz natural o la falta de actividades al aire libre pueden influir en el desarrollo del ojo.
Al entender estos factores, es más fácil identificar y tratar la hipermetropía en los niños a tiempo, evitando complicaciones futuras.

¿Qué tipos de hipermetropía existen?
Existen diferentes maneras de clasificar la hipermetropía. Una de las formas más comunes es según su gravedad:
- Leve: en muchos casos no requiere corrección, ya que el ojo puede compensarla de forma natural sin causar molestias.
- Moderada: puede generar fatiga visual, dolores de cabeza y dificultades en la lectura y otras actividades cercanas.
- Alta: en este caso, el problema es más evidente y puede llevar a complicaciones como estrabismo o ambliopía si no se corrige a tiempo.
También se puede clasificar la hipermetropía según su origen:
- Hipermetropía axial: se debe a que el ojo es más corto de lo normal. En estos casos, la imagen se forma detrás de la retina debido a la falta de longitud axial suficiente.
- Hipermetropía refractiva: ocurre cuando la córnea o el cristalino tienen una curvatura menos pronunciada de lo habitual, reduciendo la capacidad de enfoque del ojo.
Es importante entender que cada niño puede experimentar la hipermetropía de manera diferente. Mientras que algunos pueden adaptarse sin necesidad de corrección, otros pueden necesitar gafas para mejorar su visión y evitar problemas adicionales.
En nuestra óptica en Puerto de Sagunto, contamos con especialistas en optometría pediátrica que pueden evaluar el estado visual de tu hijo y recomendar la mejor solución para su caso específico.
¿Cuáles son los síntomas de la hipermetropía en niños?
Identificar la hipermetropía en los niños no siempre es sencillo, ya que algunos pueden compensarla sin mostrar signos evidentes. Pero, ¿y si pudieras detectarla a tiempo? Piensa en cómo se comporta tu hijo en su día a día. ¿Se acerca demasiado a los libros? ¿Se queja de dolor de cabeza después de leer? Aquí te dejamos algunas señales que pueden indicar su presencia:
- Dificultad para ver de cerca.
- Cansancio visual o dolores de cabeza tras leer o escribir.
- Ojos rojos o llorosos con frecuencia.
- Falta de interés en actividades que requieren atención cercana.
- Estrabismo (desviación de un ojo).
- Bajo rendimiento escolar debido a problemas de enfoque visual.
Si observas alguno de estos síntomas en tu hijo, es recomendable acudir a un especialista en optometría pediátrica para una evaluación completa.
¿Se puede corregir la hipermetropía infantil?
Dependiendo de su grado y del impacto en su desarrollo visual, existen diferentes maneras de corregirla. Estas son algunas opciones recomendadas por expertos en optometría pediátrica:
- Gafas con lentes convergentes: son la opción más común y efectiva para niños con hipermetropía moderada o alta.
- Lentes de contacto: se pueden recomendar en niños mayores que no toleran el uso de gafas.
- Terapia visual: en algunos casos, se utiliza para mejorar la coordinación ocular y reducir el esfuerzo visual.
- Seguimiento regular: algunos niños pueden superar la hipermetropía con el crecimiento, por lo que es importante realizar revisiones periódicas para evaluar su evolución.
En casos leves, es posible que no sea necesaria ninguna corrección si el niño no presenta síntomas que afecten su calidad de vida.
La hipermetropía en niños es un problema visual frecuente que, si se detecta y trata a tiempo, no debería representar una gran preocupación. Detectar los síntomas a tiempo y acudir a un especialista puede marcar la diferencia en el desarrollo visual del niño. Si tienes dudas sobre la visión de tu hijo, una revisión optométrica es el primer paso para garantizar su bienestar visual.
